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lunes, 7 de diciembre de 2015

"Intensita"

 Hace (eones) años que no escribo. No escribo como antes. Lo achacaba a la falta de tiempo y de eso que se suele llamar “inspiración”. A ver, tengo que ser completamente sincera. Lo único que he escrito son resúmenes de formaciones que recibí durante el año que estuve en la farmacia. Aburridos, planos, científicos, esquemáticos. Ya sabéis, lo que implica la palabra informe

Luego ya con tinte más relajado, he escrito en el blog profesional. Ese que me he hecho a modo de marca personal, siguiendo las nuevas tendencias que dicen que hay que ser visible en redes sociales no solo en profesiones relacionadas con la comunicación, sino en este caso, también para las profesiones sanitarias. Pero al fin y al cabo, seguía siendo otro artículo de índole laboral. Que a ver, está bien… Y para escribir sobre salud o ciencia no hace falta ser buen literato, sólo usar las palabras adecuadas según el público (más o menos tecnicismos) y usar un par de buenos conectores de párrafos. Hacerlo ameno, entretenido, esquematizado, breve y con información útil. Si la información es buena y está expuesta de manera clara, no hay criterio subjetivo. Puedes decir que has hecho una buena entrada de blog. Pues bien, aún así, resulta que el estilo expositivo no es mi fuerte. Supongo que aún tengo que perfeccionarlo. Pero dentro de mí, me repugna quedarme en la superficie y no ser yo la que habla. No es mi voz, es información casi despersonalizada -si acaso este término existe-.


Lo siento, sigo hablando de mí: Debo admitir que mi prosa es más intimista. No puedo evitarlo. Tienen que haber tintes autobiográficos, intensos y egocéntricos en mis escritos. Esto no es ni bueno ni malo, supongo. Simplemente, es mi voz. Soy lo suficientemente narcisista como para pensar que hablar de mí puede tener alguna importancia, y para sentirme liberada exponiéndome a los demás de esta forma, en vez de caer en la ficción. Eso no me libra de auto-juzgarme duramente, como tiendo a hacerlo en la vida real. Digamos entonces que mi narcisismo no cae en la idolatría.


Bueno, y ayer me di cuenta -realmente es esto lo que me ha llevado a escribir- que dejé la escritura porque se me pasó el drama. Sí, así de sencillo. Es decir, se me pasó la adolescencia, como a todos o casi todos, supongo. Y no habiendo razón para dramatizar, me resulta superficial y poco estiloso escribir sobre banalidades y ¿alegrías?. Ni siquiera se me ocurre alguien a quien le haya quedado bien escribir sin tener algún tinte de tormento. Me parece asquerosamente falso ir de “intensita” por la vida, haciendo drama de cualquier reflexión pseudoexistencialista cuando no, no tiene profundidad ninguna. Y lo sé, y el lector lo sabe. Es más, quizá haya gente que podría tener la capacidad de usar el drama autobiográficamente de verdad y seguramente no lo hace. Hacia dónde me creo que voy yo diciendo que mi vida es una mierda cuando no tengo ni idea de lo dura que puede ser la vida para alguien. De hecho, miro hacia mi interior y sé que mi vida no es una mierda.


A propósito de esto leí el término de “intensitos” por internet en un artículo de opinión que criticaba esta nueva oleada de jóvenes atormentados y autoproclamados “enfants terribles” del siglo XXI cuyo mayor drama es quedarse sin datos para subir su dramático foto con filtro Valencia a Instagram junto a un haiku igual de dramático. Oh, qué incomprendidos son. Cuántos corazones rotos (ni que fueran los primeros en la historia). Qué sociedad tan cruel que les excluye del mercado laboral. Una sociedad que te dijo: Estudia lo que te guste y podrás trabajar de lo que te haga feliz. Y nos mintieron. Nos infantilizan y no nos dejan hacer carrera laboral por miedo a que nuestra falta de experiencia lleve al traste los proyectos ya asentados. Ay de nosotros, que creíamos que tras estudiar íbamos a salir a comernos el mundo y resulta que la experiencia no está en los libros y que encontrar un puesto laboral tras estudiar periodismo y bellas artes es como ir tras el santo grial.


Para compensar, mientras, bebemos los fines de semana y pasamos nuestro rato viendo series y leyendo tuits. Estamos dejando de actuar y alienándonos, convenciéndonos con los argumentos que nos han repetido hasta la saciedad de que los mayores tienen razón y que nosotros no sabemos pensar. Sí y no. No sabemos pensar porque la era de la información nos lo da todo y nos da tanto que no podemos digerirlo ni hacernos una opinión propia (y qué decir de desarrollarla argumentativamente). Y sí que podemos porque internamente tenemos las capacidades y el potencial de salir ahí y explotar, triunfar y de aprender a un ritmo más que suficiente como para superar a nuestros predecesores en unos 5 años. Pero no, nosotros a malgastar nuestro tiempo escribiendo tuits graciosos, leyendo sólo los titulares de las noticias y venga a actualizar timelines de redes sociales para deslizar con nuestro dedo la pantalla frenéticamente como si no tuviéramos otra cosa en la vida.

Pero claro, de pronto, qué intensos somos, qué malo es el mundo. Me he leído a Rimbaud, mira qué poeta soy y cómo hago verso libre tabulando los párrafos progresivamente haciendo formitas porque soy muy contemporáneo y nadie entiende lo profundo de mi arte...


En fin. Es ilícito usar el drama para esto. Y eso es lo que siento yo. Si me dejara llevar podría seguir escribiendo en mi línea de antes. Sin embargo, en vez de parecer una adolescente rebelde, parecería una ridícula hipster gafapasta dentro del subgénero antes mencionado de “intensita”. Pero me alegro de haberme formado una capacidad autocrítica y un pensamiento amplio que me evite caer en lo que no quiero ser. Aún así, es difícil nadar contra corriente. Es muy complicado encontrar tu propia voz sin odiarte porque por mucho que me empeñe en despreciar a esos, yo soy de su misma generación y mis vivencias, tan similares a las suyas, no me van a llevar a otro output que uno del mismo estilo al que critico, a ese victimismo ilícito. ¡Porque las circunstancias personales son, si no las mismas, similares!


Sin embargo, siempre vuelvo, vuelvo a mí. Porque resulta que he caído, que ya no leo como antes. La era digital ha acabado con mis hábitos de lectura. Con mis hábitos de escritura. El individualismo me lleva a tomar como centro mi propio yo... No puedo hacer ficción. Puedo hacer diario, o autobiografía. Y como no emplee la mentira o la exageración… No tengo nada profundo que contar que merezca la pena ser contado.

Esa es mi vida.


martes, 9 de diciembre de 2014

Nuevos rumbos

Empezamos con una buena noticia: ¡Mañana empiezo a trabajar en Farmacia Comunitaria! Estoy contenta de poder trabajar en lo mío, aunque de momento sea un contrato de prácticas de 1 año, pero me hace mucha ilusión empezar.
Como con todo lo desconocido o nuevo, también tengo miedo de no adaptarme, de hacerlo mal, de no estar a la altura... Pero yo voy a dar todo lo que pueda de mí misma y a esforzarme al máximo.

Respecto a esto, tengo un proyecto que llevo rumiando un tiempo. Es un blog profesional en el que hablar sobre temas de salud, para poder compartir con pacientes y otros profesionales.
Se llama "Con i de ibuprofeno". Hace referencia a mi nombre, que se escribe con "i" latina, a pesar de lo que la gran mayoría de la población mundial se empeña en demostrarme. Me ha parecido gracioso utilizar este juego de palabras (y también regla mnemotécnica para todo aquel que me acabe leyendo) de la particularidad gráfica de mi nombre. Además, me he abierto a juego una cuenta nueva de Twitter, ya que he visto que hay una gran cantidad de profesionales del sector que se encuentran manteniendo conversaciones muy interesantes sobre nuestro ámbito profesional en dicha red social. Voy a intentar formar parte de eso, aportar todo lo que pueda y aprender muchísimo más de todos estos profesionales.

Luego está el tema de la danza, que voy a tener que dejar de lado un tiempo. Bueno, dejar de lado entre comillas porque no voy a poder separarme de ella tan fácilmente (¡ni quiero!). Primero porque este sábado 13 tengo el inicio de un curso sobre creación de un espectáculo, que valoraré si apuntarme debido a que a las sesiones que se realicen por las mañanas no voy a poder asistir. Veremos. Y esa misma noche, también, bailo por segunda vez en solitario en la tetería "D Té n Té" en el Centro Comercial Torregolf, en San Juan. No sé cuándo voy a tener tiempo de preparar las piezas, pero espero que salga muy bien, y todos los que os animéis a venir lo disfrutéis mucho.


Y por último, mis lecturas me han llevado de manera azarosa a Anaïs Nin, y ahora mismo estoy resonando con sus palabras, con su historia, sintiéndome identificada con su personalidad y acrecentando mi amor por la literatura. "Henry y June" es un libro que ha aparecido en el momento que debía y por ello, creo que estoy disfrutándolo intensamente. ¿No os ha pasado que a veces una lectura llega en unas circunstancias en las que pensáis que no podía haber llegado en otra mejor? Esa sensación de comprender lo que el autor quiere decir, de sintonizar con sus pensamientos porque también son los vuestros y resonar muy profundamente de tu alma... Pues esa sensación tengo ahora mismo, después de tiempo sin que me ocurriera. Definitivamente voy a seguir leyendo más de esta autora, sobre todo los diarios, en los que me adentraré cuando pueda sacar tiempo.

Espero no tardar muchos años en actualizar ahora, pero sí que va a pasar un tiempo hasta que vuelva a contar con vosotros. Intentaré llevar un poco más el blog nuevo, pero no quiero olvidarme de éste, de mis cosas, mis lecturas, mis danzas...

Buenas lunas a todos.

miércoles, 17 de abril de 2013

Tocando estructuras, abriendo mentes.

Maleabilidad cerebral, las estructuras en las que toma forma tu cerebro. Estructuras que te permiten pensar, transmitir ciertos impulsos nerviosos. Lo que tú piensas y cómo razonas ya lo ha hecho alguien antes. Al recibir información que no has procesado nunca, tu cerebro se malea, se prepara para adquirir estas nuevas características que le estás suministrando. Se adapta. Y su forma permanece aunque a veces sea una estantería vacía, pues la memoria es una lagartija escurridiza.

No puedo evitar siempre dar mi punto de vista, comentar un poco estos aspectos tan inquietantes y verdaderos. Pues en el fondo uno se da cuenta de que es así, aunque no se haga a la idea. Su cerebro no puede entender (no puede hacerse a la forma) de que él se haga a la forma de las ideas que recibe. Es como cuando uno se mira a sí mismo pero no puede ver lo que los demás ven en él. No puedes salir fuera para mirarte, excepto que hayas conseguido hacer un viaje astral (una alteración de la consciencia muy peculiar). De la misma manera, no puedes salir fuera de tu cerebro y acercarte a sus estructuras para ver cómo almacenas información, como aprendes... Por suerte un cerebro de alguien cualquiera puede servirte. Pero no es el tuyo, no está funcionando en un sistema vivo y cerrado. Por tanto no puedes aceptarlo.

Hay cosas que para nosotros parecen tener una implicación mayor de la que seguramente tengan. A principios de septiembre cuando estuve en el curso de inglés de la UIMP de Valencia, acabé haciendo mi presentación final sobre la química del amor, es decir, de las sustancias que tienen voz y voto en las sensaciones o sentimientos que desarrollamos hacia nuestros seres queridos, bien sentimientos destinados al emparejamiento y la continuidad de la especie, como vínculos padres-hijos. Lo hice porque sabía que era interesante. Lo hice porque sabía que era polémico. Y lo hice porque estaba segura de que alguno no me creería... No me querría creer sabiendo que es cierto. Quería ver a mentes moldeadas de ciencia renegando de las mismas ciencias por una creencia arraigada por la experiencia personal. Quise crear un conflicto en sus mentes (no por fastidiar), sino porque quería que se enfrentaran a sí mismos. Crearles ese pequeño conflicto sería un aliciente bastante grande a mi presentación. Es el factor que voy a llamar Efecto Resaca.

Efecto Resaca (Definición): Sensación inquietante y de desasosiego en la mente y recurrente en la memoria de manera no voluntaria tras una revelación increíble cuya veracidad no puedes cuestionar pero que continuará martilleándote hasta que (1) olvides que te la contaron, (2) decidas voluntariamente enmascararla o no creerla, (3) recurrir a esoterismos, espiritualismos o metafisicismos (¿?) para expresar tu desacuerdo -afortunadamente mis mentes cobayas de la charla descartarían ésta- o (4) aceptarla y modificar tu visión de las cosas -la que más cuesta y la más intrusiva-.

Desconozco qué quedó de mi charla en ellos, qué recordarán, qué elegirán olvidar o si me odiarán un poquito más. Pero por un momento, no les dejé nada indiferentes. Eso está bien para empezar.

jueves, 4 de abril de 2013

Hazte así, que llevas algo de pasta en tus gafas.

Me llaman gafapasta. A veces. Están equivocados, por supuesto. Primero, porque mis gafas no son de pasta. Lo cual es bastante importante no sólo por la etimología del término sino porque al parecer la pasta gafil está invadiendo las ópticas y cualquiera podría serlo. Por suerte aún no se me han quedado viejas las gafas y no las tengo que cambiar por esos armatostes que te tapan la cara y que parecen haber sido dibujadas grotescamente en tu cara con un rotulador permanente de gran diámetro.

Caricaturización ilustrativa
En segundo lugar, admito que alguna vez he expresado, quizás con un poco de exageración, mi devoción hacia algunos escritores o poetas. Esa emoción que me asalta cuando veo publicaciones bien chulas de esos libros clásicos que hay que leer en la vida, o de aquellos que he leído y son demasiado geniales para que no los nombre o de esa brillante perla que encuentras de manera inesperada en las ferias del libro de ocasión cuyo valor material es bajo pero el simbólico y devoto es bien alto.

He leído libros, claro, y por cada uno que leo se añaden lo menos 5 a la lista de pendientes. Para los que tengan un poco de idea de cómo van las exponenciales, sólo decirles que el año pasado me leí 20 libros. Haceros las cuentas si queréis. El tema es que me quedan infinidad de libros por leer, y todos los que apunto en la lista de pendientes e incluso los que descarto, han pasado por mi filtro. Esto consiste en que conozco su título, el nombre del autor, su época a grosso modo, sinopsis bastante simple, repercusión histórico-social, algún dato del autor si es relevante y anécdota si también lo es. Vamos, toda una ficha mental de culturilla básica lectora.

No es de extrañar entonces que cuando en alguna circunstancia se hace alusión a un libro o autor que conozco, me ponga a aportar la información de mi ficha, bien con el entusiasmo de que sea ese libro de mi lista que ansío leer, bien con la dejadez de ese otro libro que he descartado y que creo que no merece la pena. A los ojos de los demás esto es de sabionda, gafapasta o pedante. Para nada. Para los que me conozcáis más o menos bien, ya sabréis la emoción que pongo al hablar de algunas cosas. No puedo evitarlo: gesticulo en exceso, elevo mi tono de voz, suspiro y hasta a veces salto. Hasta que acabo esa conversación y me relajo.

Me doy cuenta de que no sé exactamente si el gafapastismo es eso o qué es. Es un término confuso y definido con una línea imaginaria. No intento en ningún momento ser prepotente ni hacer a alguien sentir mal por no saber ciertas cosas, aunque lo exprese tal que así: "¡Oh dios mío! ¿Cómo puedes no saber quién es Edgar Allan Poe y vivir tranquilo?". Vale, puede quedar un poco agresivo, pero no es la intención. Sólo doy información que para mí es relevante. Si eso es ser gafapasta, pues adelante, entonces lo soy.

Ea, estas serían mis pintas con gafas de pasta de estas modernuelas.

viernes, 8 de febrero de 2013

¿Qué queremos y cómo lo queremos?

Mientras hago como que estoy haciendo trámites en la vida para acabar cosas y llegar a ser quien quiero ser, voy esquivando las preguntas clave. Preguntas como: ¿Y qué es lo que realmente quiero hacer? ¿Qué versión de mí misma me gustaría ser?

Escurrir el bulto porque estoy muy ocupada no servirá de mucho. Esta es una de esas cosas que no se resuelven solas. Parece ser que en el rincón tranquilizador de mi cabeza quiero pensar que en realidad cuando venga la oportunidad la sabré ver y de alguna manera intuyo qué podría pasar. ¿Pero es eso realmente una elección mía, algo que deseo? ¿De qué manera si no tomo ninguna decisión puedo implicarme fervientemente a actividades que me configuren como persona? Por supuesto, ocurre que no veo resultados y nada parece tener sentido; lo cual es normal cuando no me he propuesto ninguna meta. "Hasta donde llegue", me digo. ¡¿Pero en qué dirección?!

Es todo un engaño. Quiero creer que soy de esas personas que no siguen un patrón de vida predefinido, que realmente hace lo que quiere. Y si bien es cierto que en cada momento hago lo que me plazca y nunca me arrepiento, lo que hago es dar vueltas como una peonza. Un día pararé de girar y se habrá acabado todo, me habré acostumbrado a una vida normal y corriente y mis motivaciones en la vida serán llegar a fin de mes y conseguir vacaciones.

No, no. Estoy segura de que no es eso lo que quiero, y sin embargo, tampoco puedo visualizar una opción que me guste.

Hay varias imágenes que me formo mentalmente de cómo me gustaría que fuera mi futuro. Pero me da un poco de miedo pensar que si llego ahí, luego no me podré arrepentir y habré estado perdiendo el tiempo persiguiendo una meta inútil. Quizás todo se reduzca a eso, a que no quiero perder tiempo, a que tengo miedo a equivocarme y tener que rectificar. Rectificar me avergüenza, y no debería. Rectificando se aprende.

Lo confieso, es un prejuicio. No quiero parecerme a esa gente que cambia de opinión constantemente sobre lo que quiere o lo que le gusta. Me desagrada mucho verlo en los demás a la vez que da imagen de inseguridad, debilidad y un punto de locura e incoherencia.

Debo elegir. Por una maldita vez en la vida, arriesgarse no está mal. Escoger, creer en mi decisión y empezar a luchar por ello, y los trámites que vengan por en medio tendrán algún sentido después de todo. Uno lucha para conseguir algo. ¿Para qué si no iba a batallar? Nadie lucha sin causa, aunque ésta a veces sea infundida y no realmente propia. No voy a venir yo a innovar a estas alturas.

lunes, 26 de noviembre de 2012

Quimifobia (1/2)

He vuelto a recordar gracias a una lectura de un post de un blog al que llegué por twitter o algo así de una experiencia que me gustaría analizar y sobre la que podría tener mucho que decir pero por pereza nunca lo hago.

Para poneros en situación os diré que estaba dando un paseo por la Fira de Tots Sants en Cocentaina. Aparte de ser una feria en la que muchos comercios o empresas tienen la oportunidad de anunciarse o presentarse, hay una gran zona, por la parte antigua de la ciudad, que sigue más la estética de mercado medieval. Se sabe que la gente que transita estos mercados va haciendo una especie de gira de pueblo en pueblo donde monta sus puestos y vende artesanía o bienes no tan artesanos, comida casera... y hierbas terapéuticas y demás remedios “naturales”.

No he podido evitarlo y seguro que habréis pillado al vuelo ya sobre qué voy a hablar. Pues bien, paseando me pararon en un puesto por si quería probar unas sales exfoliantes (no recuerdo cómo se llamaban pero eran como unas sales de baño pero que servían para exfoliar la piel) con olor a limón que te dejaban la piel suave, hidratada, etcétera. Me dije: ¿Por qué no? Vamos a ver cómo funciona esto, por simple curiosidad. Estuve escuchando como el chico me guiaba en el proceso y me soltaba el rollo que tendría ya aprendido casi de memoria sobre las buenas propiedades de sus sales maravillosas. No tenía intención ninguna de recriminarle nada, sólo escuchar y valorar con actitud crítica los productos que se suelen vender a cualquier público y el cómo lo venden. Una curiosidad que cualquiera del gremio podría ostentar, vaya.

Pero llegó el momento en que mis acompañantes se dieron cuenta de que me quedaba atrás y retrocedieron. Sin mala idea pero desconociendo mis planes de anonimato, entraron en juego. Primero un amigo más escéptico me delató diciéndole al hombre que yo sabía de lo que hablaba puesto que era farmacéutica. La reacción del chico, sacado ya de su zona de confort en la que sólo se limita a repetir el rollo, fue un tanto brusca, callándose en seco y respondiendo enseguida que esto no era como los medicamentos porque era «natural». Al parecer se vio ofendido por el comentario, o intimidado, porque corrió a defenderse ante mi amigo. Sin embargo yo seguía callada y supongo que ante la palabra natural algún músculo facial se me debería mover. Ya tardaba en salir.

Luego intervino otra amiga, no sé si en defensa mía, contradiciendo al comentario de mi amigo escéptico o poniéndose de parte del hombre a modo de conciliación. Dijo que sí, que era farmacéutica pero que estas cosas me gustaban o me iban o no sé qué dijo exactamente ni qué quiso decir. Parece ser que la gente me conoce mucho y puede opinar sobre lo que yo pienso y dejo de pensar sin preguntarme primero ni dejarme opinar. El caso es que aquí hablaba todo el mundo sobre mí menos yo. El chico siguió enfrascado en su gesta anti-fármacos dando argumentos que nadie le pedía y se montó una algarabía alrededor mío que no favorecía mucho mis planes. Eso sí, me lavaron las manos con agua calentita como parte de la prueba del producto (mmm, agua calentita...).

Pensando que debía intervenir, me decidí por ser ambigua y entre los intercambios de opiniones dije algo así como: Bueno, cada cosa tiene su lugar... (que es realmente lo que creo, con matices claro).

Fue un rato incómodo hasta que se suavizaron las opiniones y el tratamiento con sales terminó. No se volvió a sacar el tema ni el dependiente se dirigió a mí personalmente para dialogar sobre aquello. Siguió con sus instrucciones memorizadas.

Pero sin duda el momento más incómodo fue cuando después de acabar, asentí con la cabeza como dando aprobación a la suavidad de mis manos, me despedí del chico y me fui sin comprarle nada. Seguramente el chico tendría las mejores intenciones del mundo y no se le puede culpar que desconozca ciertas cosas. Hizo buen trabajo mientras me guiaba en el proceso, pero desde el principio no había tenido intención de comprar nada y no lo iba a hacer por pena.

En próximas entradas terminaré de matizar esta experiencia con algunas observaciones sobre la venta de remedios ambulantes y el concepto de "natural" y hasta qué punto ha calado tanto en la sociedad.

lunes, 22 de octubre de 2012

Escribir como...

El otro día me preguntaron que si me había leído "Crimen y castigo". Yo, toda contenta respondí positivamente, pues me pareció una novela buenísima por algunas razones, y la verdad es que los delirios del personaje (destilación de los del autor, en mi opinión) son muy impactantes. Al menos yo que creo que para algunas cosas soy muy empática, me pareció que las preocupaciones del personaje eran algo tan real, que no hizo falta que adornara con muchos recursos literarios para poder transmitir lo visceral de ellas.

Pero mi sorpresa vino cuando me dijeron que mi estilo recordaba al del bueno de Dostoievski, cosa que me dejó patidifusa, pues desde hace un año que no estoy bajo la influencia de esa novela. Creo haber superado ya esa época en la que sin darte cuenta, cualquier cosa que escribes lo haces imitando al autor. Por una parte, me resulta halagador que me comparen con Dostoievski porque su estilo directo y visceral es algo que pretendo conseguir… Vamos, al menos me gustaría causar en los demás (en mis lectores) el efecto que a mí me causó él, pero creo que estoy muy lejos de conseguirlo. Ojalá sea verdad, pero me parece que aún me queda camino por recorrer.

Es mi propósito el remover las entrañas de los lectores, desconcertarles y producirles asco, temor, ternura, melancolía o euforia. Pero como a mi público no parece afectarle la forma en la que empleo el lenguaje para conseguir esto, tiendo siempre a intentarlo de manera más explícita y bruta. A veces de verdad que me apetecería meterles a todos una patada literaria en sus bocas asténicas para que despertaran un poco y sintieran algo. Parecen todos maniquís. Al hablar de la patada me acuerdo entonces de los artistas de vanguardia que escandalizan al espectador para removerle las entrañas. Pero claro, creo que aún no estoy dispuesta a abrirme los pies en canal y caminar después sobre brasas. Creo que aún no. Pero ¡diantres! Qué difícil es hacer que alguien se crea una palabra de lo que digo y se la tome en serio. Igual es que yo me tomo demasiado en serio lo que dicen los demás. Las personas a las que leo, las personas a las que me gusta escuchar. Intento ver más allá de lo que la gente me cuenta, intento empatizar con aquellos que me importan, porque realmente quiero compartir lo que sienten.

Y poco más. Supongo que es natural imitar en cierto sentido a algún autor después de haberlo leído. No dura mucho el efecto pero supongo que es el principio de un largo camino en el que encontrar el estilo propio.

viernes, 24 de agosto de 2012

Elogio de la sombra.

La vejez (tal es el nombre que los otros le dan)
puede ser el tiempo de nuestra dicha.
El animal ha muerto o casi ha muerto.
Quedan el hombre y su alma.
Vivo entre formas luminosas y vagas
que no son aún la tiniebla.
Buenos Aires,
que antes se desgarraba en arrabales
hacia la llanura incesante,
ha vuelto a ser la Recoleta, el Retiro,
las borrosas calles del Once
y las precarias casas viejas
que aún llamamos el Sur.
Siempre en mi vida fueron demasiadas las cosas;
Demócrito de Abdera se arrancó los ojos para pensar;
el tiempo ha sido mi Demócrito.
Esta penumbra es lenta y no duele;
fluye por un manso declive
y se parece a la eternidad.
Mis amigos no tienen cara,
las mujeres son lo que fueron hace ya tantos años,
las esquinas pueden ser otras,
no hay letras en las páginas de los libros.
Todo esto debería atemorizarme,
pero es una dulzura, un regreso.
De las generaciones de los textos que hay en la tierra
sólo habré leído unos pocos,
los que sigo leyendo en la memoria,
leyendo y transformando.
Del Sur, del Este, del Oeste, del Norte,
convergen los caminos que me han traído
a mi secreto centro.
Esos caminos fueron ecos y pasos,
mujeres, hombres, agonías, resurrecciones,
días y noches,
entresueños y sueños,
cada ínfimo instante del ayer
y de los ayeres del mundo,
la firme espada del danés y la luna del persa,
los actos de los muertos,
el compartido amor, las palabras,
Emerson y la nieve y tantas cosas.
Ahora puedo olvidarlas. Llego a mi centro,
a mi álgebra y mi clave,
a mi espejo.
Pronto sabré quién soy.

Jorge Luis Borges


martes, 21 de agosto de 2012

Lista de los 21 - Remake

Visto que las cosas han tomado un rumbo inesperado, lo cual no me desagrada, me veo fuera de lugar de la lista anteriormente publicada. Los cambios no son ni buenos ni malos, simplemente son. Y está bien que estos cambios me hagan quedar algo lejos de lo que era antes, porque eso significa que evoluciono. Aunque aún hay cosas que quisiera realizar de aquella primitiva lista que no he podido o que han pasado a segundo plano, han sucedido otras cosas inesperadas que valoro como importantes.
Podría suponer que cambiar cosas a tres días de mi cumpleaños estas alturas es como hacer trampas... pero en realidad la intención de la lista es echar una ojeada a esas cosas que han ocurrido en el tiempo de un año, esos detalles que han supuesto que el tiempo no pase en balde, con su aprovechamiento más o menos intenso... pero aprovechamiento al fin y al cabo. Y como mi lista es mia y la cambio cuando quiero, pues creo que no necesito dar más explicaciones. Ahí va:

Lista de los 21 - lo que ha acabado siendo

1. Bailar un solo improvisado.
Lo de improvisado ha sido un plus de reto, así que ha supuesto un cambio significativo respecto a lo que hice el año pasado. Por tanto, un avance.

2. Subir otro vídeo bailando a youtube. 
Fue del estilo del que tenía grabado en el salón. He podido ver mejoras en la precisión de los movimientos y la creatividad.

3. Publicar un microrrelato en un libro físico.
Gracias a un concurso de ArtGerust y su selección de los 200 para la antología. Mi primera publicación :D

4. Conducir un coche por primera vez. 
Pensaba que me quedaría muy lejos, o que sería desastroso, pero en contra de lo que ocurre cuando intento coger un vehículo de dos ruedas, con este me fue bastante mejor! Si es que si se explican las cosas bien, así sí.

5. Empezar a escribir un cuento largo/novela corta.
Esto es verdad, escribo menos de lo que me gustaría, pero me libro de prejuicios y escribo. Ya cuando tenga algo lo revisaré y editaré cosas, pero de momento dejo que fluya todo como salga y a ver qué pasa.

6. 22/30 entradas en el blog.
Este logro no lo he conseguido... Si me hubiera esforzado un poco más estaba ahí ahí... pero bueno, supongo que si no tengo cosas que decir o no sé cómo expresarlo, escribir por escribir no me supone nada.

7. Hacer pulseras de chapas y gorros de muñecas con ganchillo.
Este punto trataba sobre manualidades. Hice gorros para un taller de muñecas que hizo mi madre en la tienda y las pulseras de anillas de refresco, que aún sigo en ello así que si os acordáis de guardarme algunas... bienvenidas sean.

8. Aprender a usar los crótalos.
Conseguido en el taller intensivo de mi profe este año. La verdad es que ya tenía ganas, ahora a practicar lo más silenciosamente que pueda por el bien de los vecinos xD.

9. Ir a un festival de música.
Este año ha sido mi primer Viña Rock. A pesar del mal tiempo y el frío horrible fue una experiencia chula, descubrí algunos grupos interesantes, y bailé en otros que no eran tanto de mi estilo, pero su energía se contagiaba enormemente.

10. Hacer una escapadilla veraniega.
Lo llevaba buscando desde hace tiempo, me hacía ilusión poder pasar un par de días de relax fuera de casa con Agus olvidándome de examenes y esas cosas. Y con coche nuevo :O

11. Aprender a montar en bici.
Bueno... Arrancar es mi asignatura pendiente, mi equilibrio es pésimo en los vehículos de dos ruedas, no hago simbiosis y me equilibro yo pero no enderezo la bici. Aún así, ya arrancada logré hacerme el parquezuelo alargado de arriba del hospital todo lo largo que es. ¿Cuenta entonces como un semilogro?

12. Aprender un poco de C++.
Esto también surgió improvisadamente. Y le he encontrado utilidad a mis pequeños conocimientos y me he hecho un programita que resuelve ecuaciones de segundo grado. En técnicas analíticas me es muy útil, y si hay algo tedioso en el mundo, eso es aplicar la fórmula de las ecuaciones de segundo grado con números muy grandes, muy pequeños y con exponentes. De todo hay que aprender en esta vida.

13. Aprender Esperanto.
Mi curiosidad llega hasta límites insospechados. Puede que parezca que no tenga futuro ninguno, pero hay gente que aprende élfico, pues yo aprendo esperanto, quizás algún día me sea útil. Y es interesante ver las influencias de otros idiomas que tiene y comparar con el español, italiano, inglés, alemán... Es entretenido.

14. Cantar en un grupo.
Tampoco era algo planeado pero sí que ha sido significativo. Ya van dos veces, y ha sido medianamente decente, así que estoy contenta con ello :)

15. Mantener mi promesa de control sobre el malsano hábito de beber.
La verdad es que por el estilo de vida que llevo ahora ya casi no bebo apenas, quizás una cerveza muy de vez en cuando (cada dos semanas o así). Mi cerebro me lo agradecerá xD.

16. Mejorar mi estado físico (elasticidad y forma en general).
Esto es difícil de cuantificar... pero en general sí que he notado que en los últimos meses de clases de tribal me cuesta menos hacer las series de 20 abdominales, alcanzo más ángulo de apertura de piernas, me mantengo con la espalda erguida y me inclino hacia delante con menos esfuerzo. Yo creo que está conseguido.

17. Hacer algún plato de cocina chulo.
Eso de chulo es muy ambiguo, pero lo más destacado han sido una coca boba y fajitas, que las he comido, pero nunca las había hecho desde cero. Mención especial a mi pinche de cocina que ha colaborado también en ambas tareas :P

18. Subir Serra Gelada.
Bueno, tenía puesto subir una montaña o hacer senderismo a secas, pero resultó ser una sierra entera U_u. Ahora que ha pasado algo de tiempo pienso que lo repetiría, pero es como lo que nos pasa a las mujeres con los tacones, que al tiempo piensas: Si no sería para tanto... Y acabas diciéndote que no volverás a hacerlo.

19. Veinte libros leídos.
Me puse de meta 17, y hasta la fecha llevo 20. Éxito :)

20. El "jiji-jajá".
Es algo destacado, totalmente imprevisto y que tampoco pensé que alguna vez lo haría... Ea, ahí queda xD

21. Bonus por la sorprendente improvisación de muchos de los puntos.
Aunque este bonus no va exactamente para mí, puesto que muchas cosas no han sido planeadas. Me gusta que sucedan las cosas por sorpresa. Está bien :D

miércoles, 9 de mayo de 2012

Cara de idiota


Acabo de levantarme de la siesta. Son las nueve y veinte de la noche y creo que lo único que supera lo inusual de la situación es mi cara de idiota. Eso y los gritos de mi hermana, que cree que si ella no se oye cuando canta con los auriculares puestos, tampoco le escucha nadie.

He vuelto a soñar cosas indeseables, hay pesadillas que nunca dejarán de perseguirme. Son una especie de dudas que me corroerán hasta que muera. Dudas sobre qué ocurre en las cabecitas de los demás para hacer lo que hacen, y por qué a veces se oculta cierto tipo de información inofensiva.  Parece como si todo formara parte de un plan preestablecido… Pero todo eso son teorías conspiratorias mías y de la cara de estúpida que me acompaña tras levantarme. Viéndome así, quién no iba a conspirar contra mí. De todos modos, la afable condición actual que me está proporcionando la vida me hace, cuanto menos, sospechar que un futuro oscuro se me viene encima. Eso lo sé por esa especie de equilibrio universal que no te deja ser feliz demasiado tiempo, igual que tampoco te deja ser desgraciado. Todo esto me lo recuerdan los vituperios de mi madre, que día a día me hacen ser consciente de cuánto odio esta casa a pesar de que el resto de los ámbitos de mi vida sean alentadoramente positivos.

Escribir me ha hecho olvidar que me había levantado con ganas de hacer preguntas que en su momento he querido descartar de mi mente, por alegar su irrelevancia. Sin embargo, durante el sueño mi cerebro me ha hecho saber que discrepa. Pero me he calmado, aunque quizás lo mejor sea realizar las preguntas, para ahorrarme más caras de idiota próximamente. Es un engorro. Es como “pisar lo fregao” de alguien, pero es necesario, o yo lo acabo de considerar así porque no quiero soñar más cosas feas. Al menos de momento y si puede evitarse.

También sabemos que quien mucho intenta abarcar, poco acaba teniendo, así que igual acabo… No sé cómo, lo importante sería que acabaría y ya está. Porque, bueno, no saber cómo acaban ciertas cosas no supone ningún drama, ya me he hecho a la idea de que en este mundo absurdo, la circunstancia clave es la menos esperada. No voy a extenderme en hablar sobre lo absurdo del mundo y la vida, en primer lugar porque sería una disertación muy larga y con miles de ejemplos que ilustrar, y segundo, porque por mucho que lo diga, no va a cambiar nada. Tampoco se me otorgarán las llaves de las ruedas del universo para que las haga girar a mi antojo en una rabieta por parte de esas fuerzas universales que juegan con nosotros y sólo veces descansan y nos dejan en paz un rato. Pero bueno, ya tengo asumido que la absurdez va a hacer de mí lo que desee. Eso sí, esta vez no me van a dejar con cara de idiota.

Después de todo, esto pinta feo igualmente. Muy feo. Y a mi qué. Yo sólo acabo de levantarme de la siesta. Qué absurdo escribir todo esto.

sábado, 10 de marzo de 2012

Más claro, agua.

El otro día, en concreto el 3 de Marzo, me encontré con un comentario en el blog que me anunciaba sin más, y derramaba agua fría sobre mi despistada cabeza, que delante de mis ojos había algo que necesitaba mejorar del blog. Ni siquiera me había parado a pensarlo.

El comentario podéis leerlo aquí, pero os lo reproduzco:
"como se te ocurre escribir en blanco con fondo negro, es imposible leer asi cualquiera se marea"
Al principio me pareció algo drástico e incluso desagradable por el tono empleado para la sugerencia, ya que si no te gusta el blog nadie te obliga a leerlo, pero... ¡jolines, tenía razón! ¿Cómo es posible que no se me hubiera ocurrido nunca antes?

Supongo que estoy acostumbrada a mi blog en tonos oscuros desde los albores del tiempo de su nacimiento y no me parece una característica cuestionable. Pero visto desde una perspectiva objetiva... Es difícil de leer, sí, y bastante.

Ha tenido que venir un desconocido con un comentario sincero y directo con dudosa intención constructiva (más bien es una queja despiadada) para hacerme abrir los ojos. Me lo ha dejado claro. Más claro, agua.

Ahora sólo me queda decir que meditaré sobre un cambio en el blog. Aún no le he sacado todo el partido que podría, es decir, aún no me he cansado de él. Además, me parece bonito y equilibrado. De todos los que he puesto, creo que éste es el que mejor queda. Pero en fin, en un futuro igual cambio los colores, el fondo... La cabecera me da pena. Además, será entonces más difícil ser coherente con el título del blog si le empiezo a poner demasiadas tonalidades del arcoiris.

No way! Va a seguir teniendo su toque y sabor a mí, pero al menos intentaré que las letras estén en negro/gris sobre fondo blanco o muy clarito. La cuestión siempre tiene que basarse en facilitar el trabajo a los lectores. Ésa es mi meta. El trabajo viene en tener que combinar después el resto y que no quede demasiado pegote. Igual hago otra cabecera también...

El blog volverá a renacer de nuevo. Como se ha ido renovando todos estos años desde 2008, y seguirá haciéndolo, adaptándose a los nuevos tiempos, a mi estado de ánimo. Y sobre todo, a mi personalidad =)

domingo, 26 de febrero de 2012

21 cosas que hacer antes de los 21

  1. Bailar otro solo / crear coreografía.
  2. Grabar vídeo para subirlo a youtube.
  3. Escribir un guión u obra de teatro.
  4. Grabar un corto o representar una obra (a lo cutre, se entiende).
  5. Escribir un cuento largo / novela corta.
  6. Llegar a las 30 entradas al año en el blog.
  7. Terminar el pulpo de amigurumi y hacer alguna cosilla más con esta técnica.
  8. Aprender a usar los crótalos.
  9. Visitar otra ciudad de España.
  10. Cumplir los 21 manteniendo a mi pareja a mi lado (no hablo necesariamente de presencia física).
  11. Hacer algún taller de tribal importante.
  12. Escribir una carta a mi amigo polaco Maciek y mandárla por correo.
  13. Escribir muchas cartas de amor -manuscritas- a mi amado.
  14. Componer una cancioncilla simple con la guitarra.
  15. Mantener mi promesa de control sobre el malsano hábito de beber.
  16. Mejorar mi estado físico (elasticidad y forma en general)
  17. Hacer algún plato de cocina chulo (inventado o ya creado, no importa).
  18. Hacer senderismo y subir unas cuantas montañas.
  19. Leerme muchos libros. Por poner un número hasta Agosto... 17!
  20. Aprobar técnicas analíticas para olvidarme de una vez de esa maldición de asignatura :S 
  21. Ser capaz de completar todos los puntos anteriores (Bonus +1) ^^

lunes, 12 de diciembre de 2011

10.000

La velocidad en el aumento progresivo de visitas que ha generado mi blog es sorprendente, y pese a mi errónea percepción, se ha incrementado exponencialmente. La última entrada que publiqué celebrando número de visitas fue al llegar a las 1000. Hace ya bastante tiempo, en junio de 2009. Después de intentos infructuosos de volver a hacer alguna entrada a las 5000 visitas, que al final se me pasó o no recuerdo si es que acaso me venció la pereza… Ha llegado el momento en el que no puedo huir. Hay que celebrar la entrada en las 5 cifras de visitas, es casi una obligación personal después de haber publicado la entrada “1000” aquel junio. Cuento en mi recorrido de casi tres años y medio con 98 (contando esta) entradas publicadas distribuidas cada año en torno a la veintena.

Me alegra saber que a pesar de todo lo que he podido evolucionar, involucionar, cambiar, proyectar y aborrecer, el blog siempre ha seguido estando ahí. Tanto para mis alegrías como para mis tristezas. Para desahogarme y para expresarme artísticamente, e incluso para alguna que otra chorrada. Sobre la calidad de las entradas no me voy a pronunciar porque no es algo que pueda calificar objetivamente. Sin embargo, supongo que se puede observar una madurez en el contenido y en la forma de mis escritos, lo cual siempre es agradable de percibir.

La verdad es que mirando a mi alrededor sólo puedo alegrarme de que a esta fiesta de aniversario sólo haya acudido yo. El símbolo del blog del teatro de soledad es una alegoría que se mantiene a través del tiempo. Y me parece una excelente celebración el sentarme con un caliente y humeante té rojo a contemplar sus cambios de contenido y recordar con cariño la apariencia que llevó en sus comienzos para compararla con la actual o con futuras ideas de redecoraciones.

Casualmente, continuando con la estética, cada vez es más luminosa. Lo que puede, en principio, no ser significativo. Pero el negro en el exterior implica que se absorben todos los rayos de luz, pues el color negro es el resultado del reflejo de ninguna radiación visible. Así como el blog me ha servido para alejar mis fantasmas y recobrar el aliento, he absorbido la luz que me aportaba, quedándomela toda sin reflejar ninguna. Pero aún así, es posible que un día decida solidarizarme con mis posibles lectores y entregarles un poco de mi luz, aún quedándome yo sin ella. Dejando mi oscuridad dentro para no atormentar a los incautos que entren sin precaución. O quién sabe… quizás pierda el miedo a las sombras que te oprimen el corazón, las acepte y continúe conviviendo con ellas, con el peso en lugar de la levedad. Porque el peso es significativo, da sentido; es una carga que nos lleva a alguna parte. La levedad sólo consiste en huir, en quitarse el peso, en vagar… pero al final, ¿qué se te queda grabado si llevas una vida de levedad?

Termino mi té y me dirijo a clase, satisfecha y orgullosa con el trabajo que he hecho con este humilde espacio del inmenso internet. Sólo puedo sonreír y desear que se cumplan muchos más años y visitas en los que me acompañe.

Hasta pronto, no lo dudéis.