miércoles, 9 de mayo de 2012

Cara de idiota


Acabo de levantarme de la siesta. Son las nueve y veinte de la noche y creo que lo único que supera lo inusual de la situación es mi cara de idiota. Eso y los gritos de mi hermana, que cree que si ella no se oye cuando canta con los auriculares puestos, tampoco le escucha nadie.

He vuelto a soñar cosas indeseables, hay pesadillas que nunca dejarán de perseguirme. Son una especie de dudas que me corroerán hasta que muera. Dudas sobre qué ocurre en las cabecitas de los demás para hacer lo que hacen, y por qué a veces se oculta cierto tipo de información inofensiva.  Parece como si todo formara parte de un plan preestablecido… Pero todo eso son teorías conspiratorias mías y de la cara de estúpida que me acompaña tras levantarme. Viéndome así, quién no iba a conspirar contra mí. De todos modos, la afable condición actual que me está proporcionando la vida me hace, cuanto menos, sospechar que un futuro oscuro se me viene encima. Eso lo sé por esa especie de equilibrio universal que no te deja ser feliz demasiado tiempo, igual que tampoco te deja ser desgraciado. Todo esto me lo recuerdan los vituperios de mi madre, que día a día me hacen ser consciente de cuánto odio esta casa a pesar de que el resto de los ámbitos de mi vida sean alentadoramente positivos.

Escribir me ha hecho olvidar que me había levantado con ganas de hacer preguntas que en su momento he querido descartar de mi mente, por alegar su irrelevancia. Sin embargo, durante el sueño mi cerebro me ha hecho saber que discrepa. Pero me he calmado, aunque quizás lo mejor sea realizar las preguntas, para ahorrarme más caras de idiota próximamente. Es un engorro. Es como “pisar lo fregao” de alguien, pero es necesario, o yo lo acabo de considerar así porque no quiero soñar más cosas feas. Al menos de momento y si puede evitarse.

También sabemos que quien mucho intenta abarcar, poco acaba teniendo, así que igual acabo… No sé cómo, lo importante sería que acabaría y ya está. Porque, bueno, no saber cómo acaban ciertas cosas no supone ningún drama, ya me he hecho a la idea de que en este mundo absurdo, la circunstancia clave es la menos esperada. No voy a extenderme en hablar sobre lo absurdo del mundo y la vida, en primer lugar porque sería una disertación muy larga y con miles de ejemplos que ilustrar, y segundo, porque por mucho que lo diga, no va a cambiar nada. Tampoco se me otorgarán las llaves de las ruedas del universo para que las haga girar a mi antojo en una rabieta por parte de esas fuerzas universales que juegan con nosotros y sólo veces descansan y nos dejan en paz un rato. Pero bueno, ya tengo asumido que la absurdez va a hacer de mí lo que desee. Eso sí, esta vez no me van a dejar con cara de idiota.

Después de todo, esto pinta feo igualmente. Muy feo. Y a mi qué. Yo sólo acabo de levantarme de la siesta. Qué absurdo escribir todo esto.