miércoles, 11 de enero de 2012

La era del aburrimiento y la socialización 2.0

La aparente era de la tecnología sólo es un intento desesperado de huir del fantasma del aburrimiento.

La gente tiene miedo a la soledad, y la forma de socializarse se está convirtiendo en algo tedioso. La vida en las ciudades es agobiante, superficial. Las calles están abarrotadas de gente que no conocemos, lo que nos genera una sensación de "no pertenencia" a nada. Es en este contexto en donde las tribus urbanas comienzan a gestarse y evolucionar. Un individuo necesita sentirse parte de algo, perteneciente a un colectivo. El colectivo común masificado actual se nos queda grande, sin embargo, todos andamos dentro de él, estemos o no más o menos a favor o en contra del denominado "sistema". No se puede huir del sistema, porque lo es todo. Al igual que aunque ahora decidamos que no creemos en la religión en la que estamos bautizados y no nos confirmemos o no practiquemos, nuestros datos siguen engordando sus listas. Salir de ellas es un papeleo imposible que no todo el mundo se toma la molestia de hacer.

Por otra parte, podemos cubrir nuestras necesidades sociales desde casa. El auge de las redes sociales es una buena prueba de ello. Uno mantiene el contacto con aquellos con los que se siente perteneciente de alguna manera: compañeros de estudios, trabajo, conocidos, amigos de "salir", mejores amigos... Pero la red 2.0 con el tiempo no puede acabar reflejando otra cosa que la realidad misma, que acaba trasladándose y conquistándola. Por eso a veces nos preguntamos por qué tenemos a tal o tales personas en las redes sociales si no nos interesa su vida, si no tenemos trato. Es posible que hasta por la calle ni le saludemos. Nuestros fantasmas nos persiguen hasta colonizar internet. Llega el momento en el que nos volvemos a sentir incómodos y se nos hace pesado y tedioso tener a tanta gente, y a tan pocos amigos que merecen la pena. Unos ante esto se resignan e ignoran a estos amigos "adorno", otros dan un paso más y eliminan a estos otros seres de las susodichas redes sociales. Y los más drásticos desaparecen de éstas. De ellos, unos vuelven a empezar de cero después de un tiempo, otros, desencantados, no...

En principio, las redes sociales no tienen por qué implicar una insocialización del individuo por reclusión en sus casas ya que al estar en contacto en TODO momento con sus amigos, recibe planes/quedadas más a menudo, que llenan el tiempo que podía emplear en otras tareas para el desarrollo personal: hobbies, lecturas, disfrutar de la soledad (de la que se huye) y de sí mismos. Pero en cuanto hay tiempo libre, hay aburrimiento. Lo que yo veo sólo son reticencias ante la expectativa de tener que enfrentarse a uno mismo y a la soledad.

Podemos escoger el camino que queramos. Podemos tumbarnos en la cama mirando al techo y pensar sobre lo que nos gusta o lo que no, las cosas que queremos cambiar de nuestra vida, lo que sentimos o creemos. Inventar alguna historia descabellada o divagar simplemente. O podemos encender el ordenador, el smartphone, el mp3/ipod, la tablet, o la tele... y seguro que encontramos algo que nos distraiga.

Luego vienen las quejas de que si el sistema nos tiene sorbido el seso y que nos hacen pensar igual a todos... Cuando lo más probable es que adoptemos por comodidad lo que "piensa todo el mundo" porque no nos paramos a cuestionarlo. Pero lo fácil es echar la culpa a los demás.

El aburrimiento desarrolla la creatividad al dejarnos solos frente a  un papel en blanco, frente a un enemigo a quien tememos: nosotros mismos. Es más facil tomar el camino andado y sin piedras. Es más fácil entretenernos viendo lo que hacen los demás, con quien van o vienen, o quién es el más popular en X red social porque recibe más visitas, comentarios o fotos. ¿Cómo se consigue esto? Escribiendo en un tablón o muro alguna tontería sentimentaloide o poniendo citas fuera de contexto de algún autor archiconocido. Porque queda guay. Así los demás podrán ver lo interesante que eres. O cuántas veces sales y te emborrachas. O las fotos con tu nuevo novio/ligue hiperguapo y buenorro. O la cantidad de sitios que visitas. Es guay. Y divertido. Y te hace entretenerte mientras luchas por ser el "más mejor" al menos en tu cibermundo.

Hay que canalizar esas ganas de luchar en algo más personal. Hay que enfrentarse a uno mismo. No hay que dejarnos engullir por las tecnologías que nos asfixian hoy en día, sino considerarlas instrumentos útiles para nuestro propósito (aunque la distracción a veces no se pueda evitar).

¿Sabéis cuánto hace que no me aburro y no tengo nada que hacer? Pues os lo diría, pero ya ni lo recuerdo. Leo, escribo, bailo, canto, escucho música mirando al techo, reflexiono, salgo un rato, estudio otro, veo películas, pienso sobre ellas, comparo literatura, miro a la gente pasar... Por supuesto que caigo en la trampa de las redes sociales y si me descuido y pierdo las riendas, mi vida se convierte en algo vacío e incómodo. En quedadas con gente que no me aporta nada, en una forma de ser que reprime ciertas inquietudes para quedarse en el plano de lo banal, para darme cuenta de que todo es apariencia y de que cada vez estoy más sola, desagusto, incómo, que no soy yo misma y pierdo el tiempo. Pero trato de encauzarla siempre, de conocerme más y preguntárme qué es lo que quiero de verdad. Y cuanto más indago en ello, más lejos estoy de entenderme a un nivel complejo. Porque cuando abro una puerta, me aparecen dentro 5 más.

Todo esto es sólo una sugerencia. Es muy fácil echarle la culpa a los demás, al sistema o a quien sea, cuando la responsabilidad de hacer de nuestras vidas algo significativo es cosa nuestra. Esconderse tras entretenimientos que nos roban el tiempo que podríamos dedicar a nosotros mismos es sólo huir. Huir de la vida, caminar hacia la muerte, de la que sin embargo no podemos hablar porque sigue siendo tabú. Porque nos da miedo que llegue el momento de dejar de existir y darnos cuenta de todo lo que podríamos haber hecho con nuestro tiempo y no hicimos.

sábado, 7 de enero de 2012

Jeniviva.

I didn’t know her but in some way she’s my companion. She’s one of this people which I don’t know personally but for whom I have respect because of her work. She’s a dancer.

Jeniviva was her name, her artistic name I think. Anyway, it’s like I knew her. I don't need to know her real name, I understand her passion for dancing because I share it with her and all the dancers and active followers of this art form.

Now I’m watching some of her videos. She was a wonderful human being, she had a lot of beauty to fill the world and transform it into a better place to live… But now she can’t do it anymore… Death, in his immense egoism, has decided to take her beauty out of this world. She was so young, beautiful and talented…

Inside her eyes I can see a wise understanding, or perhaps her gothic inclined influences make me believe so, but I’m almost completely sure that she wasn’t afraid of Death. When I see her dancing, I’m not sad. I feel a kind of melancholy that connects me to the present moment of the video when she was dancing. She seemed to be so intelligent… It’s like she knew this would happen to her. Her movements seem to be made by a person who knows that every day could be the last… Something on me is connected with her.

We can just ask 'why' but even we can’t demand explanations or try to recover her soul. Her essence won’t walk the path at our side in this unfair world anymore. What is life but a roll of dice? What are human beings but improbable and unstable entities? Why are we here and why some of us leave so early?

She has given beauty to the world. Despite she’s not worldwide known she has left pieces of heaven here before leaving. Her soul has transcended and I’m sure that if souls go to any place, to hers it belongs one of the most wonderful. And if souls have a will, I’m sure that hers is dancing without end. Dancing, beautifully, until the end of time…