martes, 29 de marzo de 2011

20 palabras que no tienen traducción

De: http://matadornetwork.com/es/20-palabras-genial-que-no-tienen-traduccion

Me llamó la atención, me gustó mucho porque entiendo esa sensación de saber el significado de una palabra, saber usarla en el momento adecuado, pero no ser capaz de traducirla a otra equivalente en español. Seguro que hay muchas palabras que no tienen su equivalente correspondiente en español, y en el resto de idiomas sí, que no están aquí comprendidas puesto que esta lista de 20 sólo versa sobre aquellas que no pueden traducirse a ningún otro idioma.

Para vuestra curiosidad, aquí os lo copio:


El castellano tiene más o menos 100 mil palabras. Sin embargo, sugerir que nuestro idioma -o cualquier otro-, tiene la riqueza suficiente como para expresar la totalidad de la experiencia humana es una suposición simplista.
Aquí hay un par de ejemplos en los que otras lenguas han encontrado la palabra exacta y la nuestra se ha quedado muda.
1. Toska
RusoVladmir Nabokov lo describe mejor que nadie: “Ninguna palabra del inglés traduce todas las facetas de toska. En su sentido más profundo y doloroso, es una sensación de gran angustia espiritual, a menudo sin una causa específica. En el aspecto menos mórbido es un dolor sordo del alma, un anhelo sin nada que nada haya que anhelar, una añoranza enferma, una vaga inquietud, agonía mental, ansias. En algunos casos podría ser el deseo por algo o por alguien en particular, la nostalgia, una pena de amor. En su nivel más bajo, se reduce al hastío, al aburrimiento.”
2. Mamihlapinatapei
Yagan (lengua indígena de Tierra del Fuego, Argentina) – “Es la mirada cargada de signficado que comparten dos personas que desean iniciar algo, pero que son reacias a dar el primer paso para comenzar.” (Altalang.com)
3. Jayus
Indonesio – “Un chiste tan mal contado y con tan poca gracia que uno no puede hacer otra cosa que reirse” (Altalang.com)
4. Iktsuarpok
Inuit – “Salir para ver si alguien está viniendo.” (Altalang.com)
5. Litost
Checo – Milan Kundera, autor de La insportable levedad del ser: “He buscado vanamente en otras lenguas el equivalente de esta palabra, porque me parece difícil imaginar como alguien puede comprender el alma humana sin ella”. La definición más cercana es un estado de agonía y tormento creado por la visión repentina de la propia miseria.
6. Kyoikumama
Japonés – “Una madre que presiona despiadamente a sus hijos para que obtengan logros académicos” (Altalang.com)
7. Tartle
Escocés – Ese momento de vacilación al presentar a alguien, porque te has olvidado su nombre. (Altalang.com)
8. Ilunga
Tshiluba (sudoeste del Congo) – Palabra famosa por su intraducibilidad, la mayoría de los traductores la definen como la altura moral de una persona “que está lista para perdonar y olvidar una primera ofensa, tolerarla una segunda vez, pero nunca perdonar ni tolerar una tercera ofensa”. (Altalang.com)
9. Cafuné
Potugués (Brasil) – “El acto de peinar a alguien suavemente con los dedos.” (Altalang.com)
10. Schadenfreude
Alemán – Bastante famosa por su significado, intraducible en la mayoría de las lenguas (no así en español), es complacerse maliciosamente con la desgracia ajena, o regodearse.
11. Torschlusspanik
Alemán – En contexto, esta palabra se refiere al “miedo a que disminuyan las oportunidades a medida que uno envejece.” (Altalang.com)
12. Wabi-Sabi
Japonés – Mucho se ha dicho de este concepto japonés, pero al usarla en una oración uno podría entender esta palabra como “una manera de vivir cuyo foco es encontrar la belleza dentro de las impefecciones de la vida, y en aceptar tranquilamente el ciclo natural de crecimiento y decadencia.” (Altalang.com)
13. Dépaysement
Francés – El sentimiento de no estar en el país de uno.
14. Tingo
Pascuense (Isla de Pascua) – Ojalá que no necesites usar esta palabra muy seguido, porque es “el acto de llevarse de la casa de un amigo los objetos que uno desea, pidiéndoselos prestados paulatinamente.” (Altalang.com)
15. Hyggelig
Danés – Su traducción literal sería algo así como “sentirse cómodo en un lugar acogedor”, pero estas palabras no pueden ni por asomo capturar la esencia de hyggelig; es algo que hay que experimentar para entender el concepto. Cuando pienso en hyggelig, pienso en buenos amigos, una cerveza helada y el fuego crujiente (Altalang.com)
16. L’appel du vide
Francés – La necesidad urgente de saltar desde lugares altos.
17. Ya’aburnee
Árabe – Mórbida y bella al mismo tiempo, esta palabra significa “tú me entierras”, y alude al deseo de que uno se muera antes que su interlocutor, para no tener que sobrellevar su dolorosa ausencia.
18. Duende
Español – Si bien en sus orígenes esta palabra se usaba solamente para definir al espíritu fantástico del que -se dice-, habita en algunas casas, causando en ellas trastorno y estruendo, su significado se ha ampliado al encanto misterioso e inefable que hace que se produzcan las manifestaciones artísticas (como los duendes del cante flamenco). (Altalang.com)

Añado un concepto que creo haber visto y que se asemeja a este. Cuando di el romanticismo en literatura, recuerdo el concepto de "genio" o "genio creador". Y teniendo en cuenta que dicho movimiento se origina en Alemania y es más popular en éste y países anglosajones... seguro que el término proviene de otra palabra que existe en los idiomas inglés y alemán. Pero como tampoco tengo certeza de su existencia, no malmeto y me callo xD Y todo esto me recuerda a la palabra Spleen, que habré nombrado alguna que otra vez por mi querido blog, que es una palabra francesa, que luego se adoptó al inglés porque no existía equivalente, se modificó y los franceses la adoptaron otra vez. Y en español, pues a veces se busca un sinónimo, pero se puede poner dicho término como "franco-anglicismo", vale vale, extranjerismo. Ya dejo de inventarme palabras... xD
19. Saudade
Portugués / Español– Traducible o no, es una de las palabras más hemosas del mundo. Originaria del portugués, fue incorporada a la lengua castellana y signfica “soledad, nostalgia, añoranza”, aunque el sonido y la textura de saudade expresan esos sentimientos mejor que ninguna otra palabra.
20. Gaman
Japonés. Cada primavera, las familias japonesas ondean banderas con forma de carpa, un pez que nada contra la corriente y que simboliza para ellos el espíritu de gaman: la determinación para afrontar los obstáculos en la vida, de persistir en el intento con paciencia y dignidad, aún frente a aquellos desafíos que parecen insuperables.

sábado, 19 de marzo de 2011

Esta es una de las ocasiones en las que desearía que mi blog fuera completamente desconocido. A cualquiera que haya venido buscando algo interesante que leer, ya puede cerrar la ventana de su navegador. Esto no es interesante, ni va a merecer la pena. Tienes cosas más importantes que hacer, y lo sabes.

Para cualquier incauto que haya preferido seguir leyendo, que sepa que aún está a tiempo de huir, sobretodo ahoraque empiezo a avisar de que esto va a ser una de esas despreciables entradas sentimentaloides, aunque quizás el impulso que me haya llevado a ponerla por escrito sea un poco de mal humor.

Y es que estoy harta, completamente harta, de esta situación, de sentirme así, de ser así. No me siento bien conmigo misma, no soy feliz. Creo que la felicidad se la aporta uno mismo, está condicionada por factores externos, por supuesto. Pero si algo en la misma persona no va bien, ya puede tener mil razones para ser feliz, que no lo será.

Estoy empezando a odiarme, a caerme mal, a darme asco. ¿Qué mierda estoy haciendo con mi vida? NADA. Y precisamente eso es lo que más odio. No hago nada de provecho. No sé cuál es mi camino, no tengo ni puñetera idea de para qué sirvo, de qué es lo que verdaderamente me apasiona. Hago una valoración y sólo veo mediocridad, ¡por todas partes! Me gusta hacer muchas cosas, pero no las hago bien, porque no tengo ni idea, pero profundizo y pierdo el interés, porque requiere mucho esfuerzo que no estoy dispuesto a malgastar mientras veo un montón de cosas más que también me gustan, que quiero hacer y que ni todo el tiempo del mundo o veinte vidas me permitirían realizar. ¿Es ambición? No lo es. A veces parece que es simple capricho, que me da por una cosa y empiezo a creer que de verdad es algo que me hace sentir realizada y que merece la pena. Y pongo mis primeros esfuerzos, y los segundos... y no hay avance, sino mediocridad, una y otra vez. La odio. Odio en este aspecto los términos medios. Quiero un "muy bien" y un "muy mal", no un "bien" a secas o un "bueno..."

Quiero encaminarme, tomar algún sendero, pero es que quiero recorrer tantos... que sólo doy dos pasos y... Ay, pero es que ese otro camino también me llama. Y no avanzo. Quiero abarcarlo todo y me quedo con nada, por avariciosa.

Estoy perdiendo la esperanza de encontrar aquello que haga que el resto de senderos sean secundarios. Al principio pensaba que sí, que lo encontraría, que sólo necesitaba tiempo, pero éste pasa, y yo sigo igual, avanzando sólo un pasito de cada camino. No tengo toda la vida para decidir, pero no es ya decidir, sino que aunque lo haga, al tiempo me arrepentiría y volvería a cambiar de camino o seguir intentando abarcarlos todos de nuevo. Supongo que temo equivocarme, así que lo primero es perder el miedo a hacerlo todo mal. Tengo que pensar que después de cagarla se puede volver a empezar...

Insto como ejemplo a cualquiera a que me diga algo "muy bueno" que haya conseguido hacer en cualquiera de los ámbitos en los que me haya dado por perder el tiempo.
¿Lo veis? Nada.

¿Para qué todo, entonces? Quién sabe, igual las felicidades efímeras me alivian un poco esta sensación horrible. Haré locuras, cometeré excesos, lo pondré todo en juego... ¿Qué es lo más importante que puedo perder? ¿La vida? Total, para lo que la uso, seguro que los gusanos disfrutarían más devorando mis entrañas de lo que yo aprovecho mi tiempo. ¿Acaso tengo miedo a la muerte? Por supuesto que no. Al menos, si muriera muy joven, siempre podría decir que no me dió tiempo a desatar mi potencial, y me ahorraría la desgracia de pensar que he desaprovechado mi tiempo, mi vida y mis esfuerzos para llegar a ninguna parte y para no aportar nada al mundo ni a mí misma. ¿De qué sirve este "don multidisciplinar" si en cualquiera de ellos por separado no valgo ni las sobras?

A ver si acabo con esto de una vez. Sólo yo puedo llegar a conocerme, sólo yo puedo hacer algo, sólo yo tengo en mis manos mi destino.

Es ahora o nunca, o todo o nada.

viernes, 11 de marzo de 2011

Anécdotas del día a día - 10/3

Sin que se me tome a malas, hoy voy a contar un suceso curioso que he observado en el bus. A pesar de mi falta de buena memoria, lo cual a veces me desespera en exceso, puedo presumir de ser buena observadora en ciertas ocasiones. Suelo saber imitar la forma de hablar/escribir de ciertas personas, así como hacerme pasar por dichos sujetos. Puedo adivinar por los gestos y ademanes cómo es una persona (al menos la parte superficial de su personalidad). A veces las intenciones o pensamientos también quedan expresados en la cara o los gestos, para los cuales también tengo ojos analíticos. Evidentemente todo esto, suponiendo que un sujeto cualquiera despierte mi atención. Como suelo estar pensando en mis cosas y mirando a ninguna parte, podéis estar tranquilos, esto merma mi cualidad antes citada en un 80%, lo cual hace que haya perdido mucha práctica. A no ser que me despierte interés.

Ayer jueves, volviendo en bus desde Renfe a mi casa, a las 10 de la noche de una charla en Orihuela, se dió la casualidad de que me senté justo detrás de tres hombres, que hablaban bastante alto al principio y reían. Hasta aquí todo normal, yo miraba por la ventana sin más. Lo que llamó mi atención fueron los gestos algo exagerados pero naturales, del hombre de los tres que estaba sentado sólo en la fila anterior a la que estaba delante mía. Al principio me pareció que sería algo que hacía normalmente, que no quería decirlo y lo expresaba con gestos. Sin embargo, había algo raro en todo aquello, puesto que si quieres decir algo en bajo, tampoco quieres que te vean gesticularlo. Vamos, supongo que es lógico y evidente.

Como no tenía nada mejor que hacer seguí escuchando la conversación, que trataba simplemente de los autobuses que les venían mejor a unos y a otros. Perdí el interés casi por completo y pensé que ponerme a escuchar conversaciones ajenas no es de mi incumbencia y pertenece a las vidas de gente que en principio ni me va ni me viene. Me puse de nuevo a mirar por la ventana. Al cabo de unos segundos escuché unos sonidos que si bien no podría decirse que fueran palabras, tampoco se podría decir que no lo fueran. Las describo como un sonido primitivo realizado por las cuerdas vocales, pero no ejecutadas correctamente. Eran más o menos entendibles, y provenían del hombre de los gestos, pero el volumen algo más alto del tono normal en el que habían conversado, volvió a llamarme la atención. Me seguí dando cuenta de que utilizaba gestos, o profería sonidos cortos y poco entendibles y que uno de los dos hombres que se encontraba en los asientos justo delante mía, le decía con palabras lo que el hombre de los gestos quería decir.

Era mudo. Pero no hablaba con el lenguaje de signos común (supongo que porque se entiende mejor con la gente de a pie con gestos fáciles de los que entendemos todos), lo cual me pareció de un mérito increíble. Realmente se entendía lo que quería transmitir, a falta de algunos detalles que el amigo se encargaba de comunicar al tercer pasajero.

Sin embargo, volví a escuchar aquellos sonidos... Cuestioné que fuera mudo puesto que en tal caso no podría vocalizar y emitir sonidos bastante parecidos a palabras. En tal caso, podría haberse solucionado. Sólo quedaba una alternativa... Igual era sordomudo, es decir: sordo, y mudo como consecuencia de no haber escuchado en su vida el sonido de las palabras, ni el sonido de sí mismo al pronunciarlas.

Me empecé a fijar ahora que la conversación había variado a una discusioncilla sobre si el Madrid le llevaba 7 puntos o 4 al Osasuna (si no recuerdo mal, maldita memoria xD).

Lo primero que advertí es que para llamarle la atención sobre la conversación cuando nuestro sujeto de estudio en cuestión volvía la cabeza hacia delante, su amigo de atrás utilizaba el contacto físico en forma de unos golpecitos con los dedos en el hombro del hombre, en vez de llamarle por su nombre o similar. Podría ser por no elevar el tono de voz, pero todo indicaba que estaba en lo cierto. Me fijé entonces en que tampoco reía sonoramente (claro, jamás había escuchado una risa...), que miraba fijamente a la cara a quien le estaba hablando, y creo advertir que a los labios, lo que indicaba con alta probabilidad que los leía, por eso entendía lo que los dos hombres le decían acompañado por unos pocos gestos.

Seguían enfrascados en que eran 7, ¡que no! que eran 4, ¡no, no, no! que eran 7, ¡segurísimo! cuando el amigo en cuestión va a sacar el móvil del bolsillo. La prueba de fuego. Era una llamada. Pero para alguien que no hubiera escuchado el tono de llamada, bien podría pensar que dicho amigo, picado por la discusión, iba a acompañar su argumento con una justificación (probablemente que lo tendría apuntado en el móvil o lo miraría en Internet). Mientras sucedía todo esto de sacar el móvil y mirar quién llamaba, observé con atención la cara expectante del hombre con una pizca de perplejidad e intriga. Hasta que el amigo descolgó y empezó a hablar, que fue el momento en el que el hombre realizó un gesto de "Ah bueno, que era una llamada. Bah, entonces no me interesa". Todo muy sobreactuado y exagerado, como se puede imaginar, lo cual resultaba divertido. Ver gesticular a este hombre era entretenido.

Curioso, pues, ahora que conozco la causa de tal conducta, el reflexionar sobre las palabras que casi puede pornunciar. El cómo hablar sin escucharse a uno mismo, cómo emitir sonido sin haberlo escuchado jamás. Y por lo que pude observar, de manera bastante acertada.

Eso sí, es un criticón con ganas. A cualquier persona que pasaba por su lado en el bus o que veía y le llamaba la atención, mala cara que le ponía. Una señora por su chaqueta hortera (que lo era, pero tampoco es como para tomarlo como tema de conversación), y los grafittis que poblaban las paredes y las persianas cerradas de los comercios de la Calle San Vicente. Se mostró realmente molesto e intolerante, pues acabó dando a entender que le resultaban poco menos que abominables. Me tomé a exagerado también cuando se pasó el pulgar por el cuello de un lado a otro. Pero seguía hablando con el pasajero tercero, mientras su amigo hablaba por móvil y acabó explicándole su solución: su gesto fue de corte de oreja. Casi me pareció escuchar posteriormente el "¡y verás cómo ya no lo vuelve a hacer más!". Creo que prefiero para este tipo de cosas las palabras, estoy más acostumbrada a ellas. Me resultó más violento de lo que esperaba y un poco cruel. He oído cosas peores en el bus, por supuesto, pero las he oido, pero verlo es diferente, y más al exagerarlo...

Cortar salvajemente las orejas a los graffiteros que se les pille... lo veo un poco salvajada. Pero bueno, cada uno pensará lo que quiera... Graffiteros del mundo, advertidos quedáis si os encontráis con un hombre mayor sordomudo.