miércoles, 15 de junio de 2011

Eliminando cadenas invisibles

Pues algún día tenía que pasar. Si no me enfrento a mis miedos, me seguirán persiguiendo hasta la eternidad. En cierto modo he preferido que fuera ahora, mucho mejor que dentro de unos años, cuando vaya a optar a algún trabajo y tenga que hacerme un reconocimiento médico.

Ha sido una experiencia, como muchas otras que haya podido vivir o viviré, pero en cierto modo, esta era un poco más especial, porque lo consiguiera o no, esto supone un paso grandísimo en la superación de mis miedos. Vacunas ya me quedan pocas en la vida, pero analíticas seguramente aún me quedan, así que hay que acostumbrarse cuanto antes.

En el fondo tenía ganas de que llegara este momento (bueno, eso de tener ganas cogido con pinzas o entre comillas) porque quería demostrarme a mí misma que era más fuerte que mis miedos, que nada puede conmigo. Que soy dueña de cuanto hago y cuanto quiero, que tengo el absoluto control de mi voluntad y puedo mantener la calma y serenidad en las situaciones más difíciles. Es, en cierto modo, una manera de librarme de unas cadenas invisibles que me atan y me supeditan a mis miedos. Unas cadenas que en cualquier momento pueden hacerse notar y apresarme. Y yo soy libre, no soy presa de nadie, yo elijo qué camino recorrer y sólo mi voluntad es capaz de hacerme caminar con paso firme y sin titubear.

Bueno, heroicismos aparte, lo que sí que me ha pasado es que me he medio mareado. Ha sido curioso notar cómo a pesar de no sentir dolor ninguno (bueno, el justo de la aguja, pero para eso ya me entrené ayer) he sufrido gradualmente de una pérdida curiosa de fuerzas. Si ya en sí mi fuerza no es demasiado hercúlea, y últimamente estoy más débil aún, pues imaginate, poco a poco, ir cayendo en sopor, en debilidad, esa atmósfera de dulzor paralítico que te entra cuando te mareas... Me han llevado a una camilla que había en un lado y me he tumbado. Y no estoy yo diciendo que me estoy mareando y me dice la enfermera: ¿Has desayunado? Pues es por eso.
¡Vamos, no me jodas! Yo sé de sobra que no te entra así de rápido el mareo cuando no has desayunado, y lo que es más, ¡¿cómo voy a desayunar si para hacerme una analítica tengo que estar en ayunas?! De verdad... me sacan de quicio. Pero bueno, cuando ha visto que mi tez adquiría un tono blanquecino curioso, ya me han llevado a la camilla, y me han dado un caramelo de mora, que no estaba malo, pero en cuanto me lo he metido a la boca se ha resquebrajado y partido. Luego antes de irme como aún seguía blanca, tras volverme a tumbar mi madre me subió las piernas, me entró la risa y me tragué una parte del caramelo, la más grande. Podían haberme matado con eso. Pero bueno, aquí estoy ya, en casa, sana y salva, débil y con el algodón y el esparadrapo en el brazo que me cortaba la circulación (qué bestias son), así que he cortado por la parte del codo para tener más movilidad.

Otro momento destacable ha sido antes de entrar, cuando han abierto. La gente (que no era poca) que estaba esperando en la parte de fuera, como yo, ha entrado en masa y aglomeración. Y yo, desde atrás, no he podido reprimir el pensamiento de "míralos, como cerdos entrando en el matadero". Lo que tiene el miedito, que te hace exagerar, no nos iban a matar ni mucho menos, pero la ocasión requería de un comentario así de sádico xD
Mientras esperaba mi turno, que justo han entrado los primeros de golpe hasta el 7 (yo era el 8, vaya, qué casualidad), he podido mirar cómo se les despachaba a los de delante, o al menos hasta que ha salido el primero que ha terminado y ha dejado hueco para mí. También me he percatado de que aquello de privado tenía poco, luego por la simple vergüenza no podía liarla mucho. A un pobre señor parecía que le estuvieran hurgando con saña. He pensado que como me hicieran eso a mí... Ese ha sido el hombre que me ha dejado el sitio libre. Pero al menos la enfermera se ha portado mejor conmigo. Más le valía.

Tampoco ha faltado el típico tocahuevos de antes de que abrieran, contándole a otro abuelo cómo le dolió la aguja y cuánto daño le hicieron. Gracias, simpático. Y pocas cosas dolorosas habrás sufrido tú si eso te hizo tanto daño. Lo pensé, y sé que no duele casi, pero aún así no puedo evitar tenerle respeto. Espero no tener que volver a decir la palabra miedo. Pero aunque haya ganado esta batalla, aún me quedan muchas más que tendré que superar. Que en esta haya salido victoriosa no quiere decir que sea un ejemplo extrapolable a otras circunstancias futuras. Todo está por ver, pero al menos, no he montado el numerito.

A partir de ahora, nada me puede frenar, a seguir rompiendo cadenas =)

No hay comentarios:

Publicar un comentario