viernes, 18 de junio de 2010

Cronichles of an Exile (II)

17 de junio – 22:53

- ¿Te puedo hacer una pregunta?

- Claro, por supuesto.

- ¿Qué haces, coges pinchos de rosas? ¿Los coleccionas?

- Mmm… sí. Me gustan. ¿Por qué lo dices?

- No sé, es raro. De los rosales nos quedamos con las flores porque son bonitas, huelen bien… Pero los pinchos no, sólo pinchan y otorgan fealdad a la rosa. Por eso las que venden en las tiendas, las hacen sin pinchos.

- Ya veo por dónde vas… Así que me tocará darte la explicación larga. Así pues, hay varias razones por las que colecciono pinchos y no rosas. Las rosas, las flores en sí, son muy frágiles, y débiles. Su belleza es cautivadora, pero efímera… se marchitan enseguida. Los pinchos no. Además, las rosas silvestres tienen pinchos porque a pesar de su aparente fragilidad, éstos les sirven de defensa, son su arma, su barrera ante el peligro, su caparazón. Y quizás sean tan importantes como las grandes y vivaces corolas de diversos colores.

- Ya, pero sólo hacen fea a la rosa.

- Eso es lo que tú piensas… Las que venden en las tiendas, pierden parte de su encanto, porque su belleza es artificial. No tienen pinchos, son inofensivas, tampoco están abiertas del todo, sino sólo un poco, vamos… una porquería.

- Bueno, su belleza es artificial, sí; pero para hacerlas perfectas han de ser artificiales.

- ¿Perfectas? Tú piensas que son perfectas así porque es lo que la gente piensa y dice… Yo creo que las rosas perfectas son las que están libres en la naturaleza, son como son, con pinchos y unas enormes flores abiertas y hermosas. Nada hay más bello y perfecto que lo que la naturaleza nos otorga. Todo lo que el ser humano recrea, para su propia comodidad, sólo es una manipulación e imitación de la misma. Una copia del original. Nunca podrá alcanzar la belleza real, por eso el ser humano mismo se hace creer que lo que ha manipulado es mejor, sólo porque lo ha hecho él. Yo sólo las veo burdas imitaciones nefastas y horrendas.

- Bueno, puede que quizás estés en lo cierto, aunque me cuesta verlo. Ahora no puedo cambiar lo que pienso, aunque haya sido la sociedad la que me haya marcado dichos cánones. Nunca estaré de acuerdo contigo, pero… aún no me has contestado a lo de los pinchos. ¿Qué ves de bello en ellos?

- Hay tantas cosas que debo explicarte… Bien, pues los pinchos son la defensa de las rosas, su “Ey tú, no me toques”. Su genio, su personalidad, su temperamento. Cuando las manipulas y las obtienes sin pinchos son rosas mansas, domesticadas, dóciles… Han perdido su personalidad. Me gustan las rosas de verdad porque tienen carácter, son valientes y se defienden de un mundo cruel que las quiere arrancar. Quizás los pinchos puedan verse como un defecto, pero eso sólo las hace más reales y bellas, como tú, como yo, como cualquier persona. Nosotros tenemos defectos, pero aceptándolos y mostrándonos seguros de nosotros mismos a pesar de ellos nos hace mucho más fuertes, valientes y bellos que aquellas personas que se pasan la vida intentando erradicarlos y avergonzándose de sí mismos. Porque al contrario que las rosas… nosotros no podemos manipularnos y borrar nuestros defectos. Quizás con mucho esfuerzo logremos esconderlos, pero no seríamos nosotros mismos y afrontaríamos la vida con mucha inseguridad. ¿No lo crees así?

- Tienes razón. Es vital aceptar los defectos de cada uno así como los de los demás. En cuanto los aceptas, todo lo demás que encuentras en una persona es bello y bueno.

- Para simbolizar eso, me llevo los pinchos de las rosas, sus defectos… que en el fondo son la virtud, porque sin ellos, no serían verdaderas rosas. Además, a diferencia de sus vivaces corolas, los pinchos no se marchitan. Su belleza es duradera.

- Bueno, yo no veo muy bonitos a los pinchos como para guardarlos…

- Eso, querido amigo, también es culpa de lo que te han hecho creer. La belleza está en cualquier parte, desde un amanecer en la playa hasta la más oscura cueva, pasando por las brillantes estrellas, las coloridas flores y las duras piedras. Todo es parte de lo mismo, todo está hecho de la misma materia. Tus distinciones son meramente culturales. Olvida tus prejuicios y empieza a ver belleza donde creías ver fealdad. Abre tus ojos, libera tu mente y cambia el prisma de tu mirada… Y si no te importa, voy a seguir recogiendo pinchos de rosas.

- ¿Pues sabes qué? Yo también voy a coger unos cuantos.

=)

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