lunes, 22 de abril de 2013

La peor crítica es la propia.

Sigo pensándome si hacer un release oficial de mi última actuación en la Casa de la Música de las Cigarreras con la publicidad adjunta que ello conlleva en las redes sociales o dejarlo como oculto. Es el tercer año que llevo bailando, y la verdad es que el resultado no ha salido como esperaba.

Ya te lo ves venir cuando el mismo día, antes de salir de casa cargada con la maleta del vestuario, te ves cambiando el tercer estribillo porque no te gusta. ¿Inseguridad, o es que realmente el tercer estribillo era una basura? ¿Sería toda la coreografía en sí una basura? La defendí en el escenario sin mucha emoción, fue una sensación como de compromiso. Algo así como cuando un amigo te lia y te pide que hagas una cosa que no te apetece nada. La haces, pero no te sientes cómodo. A ver, sentirse cómodo en un escenario es algo a lo que hay que acostumbrarse, y creo que llevo ya bastantes representación en el “stage” como para estar más o menos serena.

Creo que el problema ha venido al representar una coreografía que es enteramente mía. El primer año fue una adaptación de una que había visto en youtube y me encantó, el segundo año fue una improvisación -así, a lo loco- pero también muy influenciada por otros vídeos de youtube que había visto mil veces y de los que saqué la mayoría de los pasos de mi semi-improvisación. Lo cierto es que esa vez me lo pasé bastante bien. Este año me he tirado a hacer una canción que simplemente me gustaba, coreografiándola desde cero. Yo con una hoja en blanco con los tiempos contados, una canción y una lista de pasos que estaría bien meter, bien por gusto personal, por su dificultad técnica... lo que fuera.

Y creo que uno de los errores que cometí fue esa idea fija de querer hacer algo muy técnico. Hubiera sido mejor idea si no la hubiera acabado a última hora, me faltaran muchos ensayos, grabaciones para revisar fallos, un vestuario algo más profesional... Vamos, que comparando las expectativas que me había formado con lo que tenía en mis manos un segundo antes de poner el primer pie en el escenario, no tenía nada valioso que mostrar. Aún así defendí lo que tenía como pude, aunque a mi modo de verlo, quizás no demasiado convencida de lo que estaba haciendo.

Después de dejar la coreografía reposar, pues me hicieron verme en el vídeo justo ese mismo día despueés de actuar (ni os imagináis lo mal que lo pasé), he podido analizarla más objetivamente. He tomado distancia, y aunque me sigue doliendo saber que he dejado pasar una oportunidad grandísima de mostrar un buen trabajo, ya no me quiero tirar de los pelos o mirar hacia otro lado mientras esa canción que me gustaba se convierte en la sinfonía del infierno. Sé que soy bastante autocrítica, pero lo soy porque realmente la danza es importante para mí. Me lo tomo en serio y quiero de verdad mejorar. Por eso los errores son inadmisibles, y más en mi tercer año.

Dejando a un lado lo subjetivo y volviendo al análisis de la coreografía, mis conclusiones son las siguientes: La coreografía es técnica, pero está pobremente ejecutada, algunos pasos quedan estéticamente feos a la velocidad que escogí incluirlos y parece que sea un corta y pega de pasos, no hay toda la fluidez que debe haber. Bueno, mis manos están para amputarlas y la postura, influida por los nervios y la inseguridad, deja mucho que desear. En un momento en que me meto un poco en el papel, me pongo a hacer playback sin darme cuenta (¡mal!), y en otro momento raro hago un gesto “simpático” al público que queda un poco fuera de lugar cuando el resto del tiempo de la actuación mi cara es tan expresiva como una máscara de porcelana. Estoy un poco rígida y no me dejo llevar, lo cual también afecta a la calidad de la ejecución.

Me deja un sabor agridulce, pero creo que puedo perfeccionarla. Y lo mejor de todo es eso, que los errores sirven para remontarlos, para darse cuenta de cuánto trabajo queda aún por hacer, en qué dirección y cómo se puede mejorar un poco más.

Hay que seguir exigiéndose, y sé que autocriticarme nunca podrá ser del todo objetivo ni siquiera distanciándome de mi propia obra con el tiempo. Sé que precisamente yo voy a ser la que dé la crítica más cruel a mi trabajo. Y sé que puedo creer que no puedo dar más de mí, que no avanzo y caer en estos pensamientos derrotistas. Pero no me queda otra opción porque ahora ya sólo hay un camino, y ése es hacia delante. Tengo que levantar mi vista para seguir mirando al frente, avanzar y dar todo lo que pueda. Cueste lo que cueste. Al fin y al cabo, ya no podría simplemente olvidarlo todo y dejar de bailar, por más que lo intentara. Lo necesito para vivir.

2 comentarios:

  1. Hay un video que ahora no recuerdo cual es que muestra un fragmento de una persona que dice que llega un punto en el que hay un "hueco" (gap) entre lo que haces y tu percepción: tienes la suficientemente maestría como para saber cuando algo está bien hecho, pero lo que haces no llega a cumplir tus expectativas. Es entonces cuando muchos se rinden.

    Te lo digo como compi bailarina que también llevo mis años a las espaldas... llega un punto que dices: "Vaya mierda lo que hago", y por más que lo analizas no eres capaz de ver realmente qué sucede.

    Tres años no son nada, así que no te exijas demasiado, porque la experiencia no es sólo hartarse de clases o talleres, es también darles su tiempo para que reposen en tu interior y afloren cuando realmente lo hayas interiorizado. Date tiempo para que las cosas se asienten y fluyan, y sobretodo cuando hay un escenario de por medio que añade el condimento de los nervios.

    La auto crítica es buena, exigirse también, pero hay que también saber darse tiempo e intentar mejorar poco a poco. Créeme que te entiendo cuando dices que has perdido una oportunidad por no dar lo mejor de ti misma... por eso te digo: pasión, confianza y tiempo, un poquito de cada una :)

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    1. Tienes razón, debo ir más despacio. El problema es que confiaba demasiado en todo lo que creo saber y he ido cogiendo carrerilla... Pero se me olvidó que las cosas hay que pulirlas y reposarlas y que una coreografía hay que machacarla para que dé sus frutos. Y claro, el resultado me ha chocado al no corresponder con lo que en mi cabeza creía que iba a ser.

      Pero bueno, de todo se aprende: Mejor ir sobre seguro y afianzar bien, que ir a por el límite y no dar la talla :)

      Gracias por comentar, ayuda mucho recibir las opiniones de otras bailarinas que han pasado por lo mismo. Si encuentras ese vídeo pásamelo, que suena interesante :D

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