martes, 14 de diciembre de 2010

Morir, dormir, quizás soñar...

Esta mañana, cuando he vuelto de clase, me he mirado en el espejo. Será por la luz de este día nublado, pero me he visto la cara demasiado pálida... Los ojos hundidos, apagados, con algo de ojeras que sobre el pálido lienzo de mi rostro se veían más marcada. Una expresión de cansancio, fantasmagórica, con los labios también pálidos. Ha sido un instante, mi mente me ha proporcionado la aterradora visión exagerada de mi expresión cadavérica. Me he quedado inmóvil, la visión se desvaneció, pero mi palidez me la seguía recordando... Y ha sido entonces cuando me he preguntado:


¿Y si muriera mañana?

¿Y si, por una enfermedad incurable, nadie me hubiera dicho que tengo poco tiempo de vida?

¿Qué cosas que parece no merecer la pena arriesgar, pondría en juego? ¿Qué decisiones desesperadas tomaría? ¿Qué divertidas locuras cometería? ¿Que últimas palabras dedicaría a la gente que me importa? Como si me fuera a morir mañana, explotando cada valioso segundo, cada grano de arena del reloj, y expresando lo que pienso y siento...


¿No sería entonces cuando viviría de verdad? ¿No me daría cuenta de que debería haber hecho todo eso antes, para haber podido saborear todos los momentos, y no sólo los últimos?


Bienvenido a la vida, no sabes por cuanto tiempo, así que exprímela, arriesga, gana, pierde, ríe, llora, lucha, ama... Y arrepiéntete sólo de aquello que tu valor te impidió realizar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario