Acabo de levantarme de la siesta. Son las nueve y veinte de
la noche y creo que lo único que supera lo inusual de la situación es mi cara
de idiota. Eso y los gritos de mi hermana, que cree que si ella no se oye
cuando canta con los auriculares puestos, tampoco le escucha nadie.
He vuelto a soñar cosas indeseables, hay pesadillas que
nunca dejarán de perseguirme. Son una especie de dudas que me corroerán hasta
que muera. Dudas sobre qué ocurre en las cabecitas de los demás para hacer lo
que hacen, y por qué a veces se oculta cierto tipo de información
inofensiva. Parece como si todo formara
parte de un plan preestablecido… Pero todo eso son teorías conspiratorias mías
y de la cara de estúpida que me acompaña tras levantarme. Viéndome así, quién
no iba a conspirar contra mí. De todos modos, la afable condición actual que me
está proporcionando la vida me hace, cuanto menos, sospechar que un futuro
oscuro se me viene encima. Eso lo sé por esa especie de equilibrio universal
que no te deja ser feliz demasiado tiempo, igual que tampoco te deja ser
desgraciado. Todo esto me lo recuerdan los vituperios de mi madre, que día a
día me hacen ser consciente de cuánto odio esta casa a pesar de que el resto de
los ámbitos de mi vida sean alentadoramente positivos.
Escribir me ha hecho olvidar que me había levantado con ganas
de hacer preguntas que en su momento he querido descartar de mi mente, por
alegar su irrelevancia. Sin embargo, durante el sueño mi cerebro me ha hecho
saber que discrepa. Pero me he calmado, aunque quizás lo mejor sea realizar las
preguntas, para ahorrarme más caras de idiota próximamente. Es un engorro. Es
como “pisar lo fregao” de alguien, pero es necesario, o yo lo acabo de
considerar así porque no quiero soñar más cosas feas. Al menos de momento y si
puede evitarse.
También sabemos que quien mucho intenta abarcar, poco acaba
teniendo, así que igual acabo… No sé cómo, lo importante sería que acabaría y
ya está. Porque, bueno, no saber cómo acaban ciertas cosas no supone ningún
drama, ya me he hecho a la idea de que en este mundo absurdo, la circunstancia
clave es la menos esperada. No voy a extenderme en hablar sobre lo absurdo del
mundo y la vida, en primer lugar porque sería una disertación muy larga y con
miles de ejemplos que ilustrar, y segundo, porque por mucho que lo diga, no va
a cambiar nada. Tampoco se me otorgarán las llaves de las ruedas del universo
para que las haga girar a mi antojo en una rabieta por parte de esas fuerzas
universales que juegan con nosotros y sólo veces descansan y nos dejan en paz
un rato. Pero bueno, ya tengo asumido que la absurdez va a hacer de mí lo que desee. Eso sí, esta vez no me van a dejar con cara de idiota.
Después de todo, esto pinta feo igualmente. Muy feo. Y a mi
qué. Yo sólo acabo de levantarme de la siesta. Qué absurdo escribir
todo esto.
Hay gente que sin familia y sin nadie se levanta.
ResponderEliminarNo sabes lo que tienes muchacha, y si lo supieras, quizás no escribirías nunca más.
Hola anónimo.
EliminarSólo se trata de reflexiones tras una siesta en la que tuve unos malos sueños relacionados con mi situación personal. No tiene tono derrotista ni mucho menos, estaba muy tranquila cuando lo escribí. Y de hecho, bastante "feliz", para ello tenemos que entender expresiones como "la AFABLE condición actual que me está proporcionando la vida..." o "...el resto de los ámbitos de mi vida sean ALENTADORAMENTE POSITIVOS."
Creo que el acto comunicativo ha fallado porque no has captado lo que quería expresar. Por mi parte es un fallo pues debo aprender a escribir mejor, supongo. Sea cual sea mi circunstancia, sepa lo que tenga o no, como tú dices, creo que no dejaría de escribir. Cuando tienes algo que contar, lo acabas haciendo de todas formas.
Por otra parte, igual lo que pasa es que discrepamos en cuanto a la importancia que supone la "familia" para la vida individual, pero eso es otro tema y definitivamente en mi escrito NO estaba criticando eso.
Un saludo, que pases buena semana, gracias por leer y comentar.